Un relajiento es literalmente, un hombre sin provenir. El relajiento vive perpetuamente vuelto hacia este cercanísimo pasado en que el presente acaba de surgir, para negar risueñamente su contenido. Se niega a tomar nada en serio, a comprometerse en algo, es decir, se niega a garantizar cualquier conducta propia en el futuro.
No responde en nada, no se arriesga a nada, es simplemente, un testigo bien-humorado de la banalidad de la vida. Nada hay, pues de extraño en el hecho de que carezca de provenir.
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